22 de mayo de 2007

Un Caballero Sabe Cuándo Retirarse


Decía mi abuelo, un viejo que producto del azar cayó en estas tierras proveniente de Galicia, que un caballero sabe cuándo retirarse. Y esa frase fue regla de oro a lo largo de sus 98 años de vida, cuando, agobiado por las dolencias propias de su edad, empuñó su revólver 38 y se descerrajó un tiro en la sien. Eso fue exactamente hace 10 años, al día de hoy. Pese al impacto inicial y al dolor por la noticia, finalmente entendimos que don Lucas (que se llamaba así, como su padre y su abuelo) murió como quería, en su ley, dando estricto cumplimiento a su máxima. La misma norma que aplicó desde los 15 años, en que decidió, por sí y ante sí, dejar su natal comarca de Mañón para salir a recorrer el mundo. De nada valieron los ruegos de su madre ni las amenazas de su padre, porque finalmente se salió con la suya y partió. Diez años después recaló en Chile, huyendo de un padre agraviado, porque el abuelo había decidido, dos semanas antes de la fecha, no casarse con la hija del cacique local de un enterrado pueblo colombiano. Desahuciado el compromiso, la vida de don Lucas se depreció rápidamente, lo que lo obligó a poner tierra de por medio.
Acá no le fue mejor al principio. Aficionado al juego y las mujeres, se metió en varios líos. Hábil con la guitarra y la palabra, fue cliente frecuente de chinganas y casas de remolienda de lo que hoy es la VII Región. Más de una vez debió salir entre rebencazos y balas, a causa de su innato talento para meterse en líos. "Un caballero sabe cuando retirarse", le dijo una vez a un huaso en Longaví, con quien tenía una ácida discusión por los favores de una dama. Acto seguido le descargó un guitarrazo, besó a la moza y huyó. Así al menos lo contaba él. A mi abuela la conoció en Parral; era la hija del dueño de la tienda donde llegó a pedir trabajo. Hizo hartos méritos para quedarse en el negocio y con la joven, que era 10 años menor. El potencial suegro, conocedor del prontuario del pretendiente, lo invitó un día de cacería. En medio del campo, en lugar de dispararle a una liebre, lo encañonó y le preguntó si tenía intenciones serias. Ese mismo día quedó sellado el matrimonio, que se realizó 8 días después.
Tras 45 años casados, mi abuela murió un tarde de otoño de 1969. Se la llevó un cáncer fulminante.Veintiocho años después, don Lucas se pegó un tiro.