4 de mayo de 2007

Sólo un Abrazo


Estos últimos días han sido extraños. Y no lo digo sólo por la frustrante ansiedad que siento por reencontrarme con Melody. No. Hay algo más que me atormenta. Estaba el otro día frente al computador intentando escribir el segundo capítulo de mi novela, que dicho sea de paso empecé hace casi un año, y de repente sentí que me faltaba sustancia. Eché mano a mis recuerdos con el propósito de aterrizar alguna idea que me permitiera seguir el hilo y nada me satisfizo. Necesito aire, pensé; agarré mi chaqueta y salí. Me fuí al bar de siempre, que casi nunca está lleno, y me acomodé en la barra. Al segundo, llegó mi piscola. Le dí dos sorbos largos, mientras escaneaba a la concurrencia de esa noche. A mis espaldas sonaba un disco de Brenda Lee.
Me llamó la atención una pareja sentada en una mesa arrinconada. Probablemente no pasaban los 20 años, quizás estudiantes universitarios que pasaron después del cine. Tal vez se conocieron chateando y esta era su primera cita. El tipo hablaba y hablaba; ella, lo escuchaba con una expresión cauta y los brazos cruzados sobre la cubierta. Parecía que se estaban conociendo. Ví que le tomó las manos un par de veces, aunque ella las retiró con gentileza y una sonrisa más bien gélida. Jote, no te va a resultar, me dije y pedí mi segundo combinado.
Seguí oteando, cada vez más interesado. Ella sonríe y levanta sus manos, como diciendo vámonos con calma; pero el muchacho ya estaba lanzado. Se paró y cambió de puesto. Ya no estaban frente a frente. Sin dejar de hablar se acercó a su oído. La chica retiró su cabeza y se empinó su capiriña. Esto va cada vez peor, mas el galán no pareció percatarse. La chica resistía el asedio sin pausa, pero con dulzura. Faltaba, sin embargo, el asalto final.
Para romper el sitio, ella se paró al baño. El pidió otro ron, mientras preparaba el abordaje. Minutos después ya estaban nuevamente de frente. En qué estábamos, pareció decir la muchacha al momento de sentarse. Y en segundos, el socio pasó a la ofensiva. Al todo o nada. Se le acercó inquisitivo, tomó su cara con ambas manos y la besó, por primera y única vez. Ella retrocedió y lo miró turbada. Abrió los ojos y lo miró fijo. No parecía enojada, pero tampoco lo correspondía. ¿O sí? Siguieron hablando. Más bien él, la chica se veía ensimismada. "La cuenta", pidió fuerte y claro el tipo minutos después. Pagó y salieron.
"A ese le va a tocar", dijo malicioso Juanito, el barman, al otro lado de la barra. "No creo, quizás ella sólo quería un abrazo", retruqué, apurando mi tercera piscola.


3 comentarios:

NataliailataN dijo...

Ja!
Me parece conocido el cuento... será que alguna vez me pasó a mí?
Aunque lo he hecho antes, siempre me da una mezcla de susto, nervios y curiosidad juntarme con alguien que no conozco en persona. Una cosa es ver fotos y chatear, y otra juntarse. Por eso no lo hago.

Pero de que el hombre va "al todo o nada" no sólo pasa en los encuentros de 2 desconocidos, sino en todo tipo de situaciones. Por eso me apestan. Tan predecibles!!

En fin, igual cómica tu historia, muuuy real y característica.


Saludos!

N.

Don Lucas dijo...

Ja!
El arte imita a la vida... Saludos

Ms. bus stop singer dijo...

Bueno el post, por qué será que te idntificaste con la niña y no con tu congéner?